Muere el tiempo, se desvanece. Transcurre y cae como las hojas de los árboles, como los soplos del viento que acarician mi ser.
Hubo un tiempo en que el tiempo no existía, en que las hojas de los árboles no se desvanecían y el viento no mecía el mar ni los copos de los árboles.
También habrá un tiempo en que el tiempo dejará de serlo y se convertirá en cenizas y la vida en un suspenso que transcurrirá en el entorno de Dios.
Y habrá quizá un Dios, que nos permita entender por qué carajo si hubo tanto tiempo, nunca tuvimos tiempo para sonreír.
Hubo un tiempo en que el tiempo no existía, en que las hojas de los árboles no se desvanecían y el viento no mecía el mar ni los copos de los árboles.
También habrá un tiempo en que el tiempo dejará de serlo y se convertirá en cenizas y la vida en un suspenso que transcurrirá en el entorno de Dios.
Y habrá quizá un Dios, que nos permita entender por qué carajo si hubo tanto tiempo, nunca tuvimos tiempo para sonreír.