julio 25, 2006

UN SIMPLE SUEÑO

Una noche, muy grata por cierto. Por un momento pensé que solo era el producto de mi imaginación, pero estaba equivocado, el lugar era ajeno a mi, no parecía ser mi casa, pero también estaba equivocado. Digo, si lo conocía, pero no era mi casa o al menos no como yo la recordaba (o eso fue lo que me hicieron creer). Con esa bata negra se podía admirar esa figura envidiable, su cuerpo era casi perfecto, a no ser por la enorme cicatriz a un costado de su abdomen que la hacía ver más sexy, ruda, pero sexy al fin.

¡Levántate!, me ordenó y no me quedó más remedio que obedecerla. Me condujo hasta su recámara (me encontraba en un sillón) y ahí sin ningún pudor me arrancó las pocas prendas que cubrían mi lastimado cuerpo. Hasta ese momento me percaté que tenía el cuerpo lleno de contusiones y moretones, pero no alcanzaba a recordar que fue lo que me había sucedido antes. Sus labios carnosos pronto se posaron en mis labios y no pude contener la pasión que parecía desbordarse de mí. Me mordió el labio inferior al grado de arrancármelo, el dolor era insoportable pero al mismo tiempo fascinante, me estaba excitando con una rapidez vehemente. La sangre comenzó a brotar de la herida que me hizo, pero eso parecía excitarla aún más (y a mi también).

Sus senos se posaron sobre mi rostro y me urgí en acariciarlos, hasta que sentí una necesidad inmensa de devorarlos, los comencé a besar, acariciar, después a mordisquearlos y finalmente terminé comiéndolos, la sensación era indescriptible y cuando alcancé a comprender lo que hacía, salí de la habitación horrorizado, pero antes de llegar a la puerta ella se encontraba delante de mí, con una sonrisa en el rostro que parecía decirme que no iba a permitir que me marche sin antes terminar lo que había comenzado. Dimos rienda suelta a nuestra pasión desenfrenada y no solo nos estorbó la ropa sino la piel también, con sus uñas me arrancaba la piel que me cubría la espalda y la sensación de horror y éxtasis que sentía en ese momento me hicieron sentir el más grande placer jamás experimentado, me puse de pie como pude y comencé a golpearla hasta dejarle casi muerta. Ella se dirigió a la cocina y se apoderó de un cuchillo, lo enterró en su cuerpo una y otra vez y yo miraba estupefacto sin embargo, ¡estaba gozando de ver la imagen que ese hermoso espectáculo me proporcionaba! La mezcla de emociones me permitió desmayar de nuevo y entonces me hundí en un profundo sueño.
Una mujer se acercaba a mi a toda prisa, pero lejos de sentirme seguro me sentí intranquilo, decidí correr pero ella parecía volar. Corrí hasta donde mis piernas me lo permitieron pero pronto tropecé sobre una avenida y mi perseguidora había desaparecido, un ruido me hizo girar el rostro y una luz cegadora me nublo la vista. Poco después, un enorme perro negro me jaló hacia una orilla de la autopista. Ahí estaba yo, al lado del perro, pero podía contemplar mi cuerpo aplastado y sin vida. Desperté aterrorizado y me vi al lado de una extraña mujer en perfectas condiciones, con una bata negra que hacía lucir una admirable figura, salvo por una extraña cicatriz que tenía al lado del abdomen, que la hacían ver mas sexy aún. Te ves tan lindo dormido, me dijo, y comencé a sentir mucho frío...

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