septiembre 29, 2006

CIUDAD DE CIEGOS


Observo su andar, sinuoso, decidido y mecanizado. Tristes sombras cabizbajas que buscan llegar a su monótono destino. Destino que los arrastra al fondo del abismo y que los hace partícipes de los cuentos de hadas, como sombras, como piedras, como la nada. Esa nada que los hace desaparacer ante la mirada de los demás, aquellos que ven pero no observan, que oyen pero no escuchan, que transitan por estos lares pero que no viven, solo están de paso.
Aquellos que buscan las veredas que les confiera los placeres que no se atreven a solicitar en sus respectivos hogares porque les haría enfermos mentales. Enfermos que satisfacen sus deseos y son reprimidos con el encierro o con la muerte. Muerte siempre segura y cierta que los espera en algún lugar de éste sinuoso camino.
Llega, pide perdón y permiso para entrar al infierno que disfrutarás al llegar a tu destino. Bienaventurados los ciegos que solo miran pasar el tiempo, porque de ellos será la Tierra que ha sido destriuda para dar cabida al infierno celestial que emerge del caldero sostenido por el mar hiriviendo.

2 comentarios:

Erranteazul dijo...

Ah...me recuerda algo. Un puente, una estrella fugaz, un hombre saltando al vacío, un gnomo que me mira y desaparece, una vieja que llora ante la ventana, esas mujeres que no duermen, aquella cama ensangrentada. También el día que entregaron la medalla al que había tirado del gatillo. Ufff...demasiadas cosas para un segundo.

Anónimo dijo...

si me lo preguntan... yo escojo el infierno, y por convicción!